La especie humana por encima de todas las cosas tiene dos leyes que nos gobiernan, es la supervivencia de uno mismo y la supervivencia de la especie. Aunque esto parezca tan irrelevante en esta era, al final debemos ser conscientes de dónde venimos, de qué estamos dotados y para que estamos «creados». Aunque no parezca verosímil, la especie humana está dotada de mecanismos de supervivencia, no para sobrevivir a la cara negativa de la abundancia, sino, para sobrevivir a la extrema escasez.
Para garantizar que en todo momento estamos dispuestos a procurar ambas supervivencias, nuestro cerebro está dotado con un circuito de recompensa. En otras palabras, el ser humano por supervivencia, nosotros como especie, tenemos unas recompensas naturales «instaladas» en nuestro cerebro.
Este circuito neurológico que está presente en nuestro cerebro, el cual mediante la producción de hormonas, como las endorfinas (hormonas del placer), se va a encargar de ofrecernos recompensas ante aquellas conductas encaminadas a seguir vivos y perpetuarnos. Lógicamente, nuestro cuerpo se asegura que tanto el acto de comer como el de beber se conviertan en un acto que nos genera placer, para asegurarnos la supervivencia del individuo.
¿Qué necesita el ser humano para vivir y asegurar su supervivencia?. Comer, beber, movernos (correr, andar, lanzar, golpear…para obtener el alimento), por ese sentido evolutivo de movernos para obtener el alimento, luchar y escapar del peligro. Otra de las recompensas básicas para la supervivencia de la especie es el sexo. Para garantizar la reproducción, el cerebro nos regala orgasmos, y nos genera endorfinas como una fábrica industrial para que nos guste tanto practicarlo, que repitamos y así aumente la población. Cómo última recompensa, está el contacto físico, para mantener el contacto efectivo entre personas y sentirnos queridos.
El cerebro para que estas acciones se produzcan sí o sí, nos emite una recompensa natural para garantizar que las llevemos a término. El ser humano de cazador-recolector ha pasado a abundante-sedentario. En el presente, no tenemos que hacer esfuerzo físico para obtener el alimento, bueno sí, tenemos que ir a comprar y enfrentarnos a un sinfín de productos, que puede hacerse meramente difícil escoger cual es el más conveniente para nuestro organismo y nuestra salud. Más que esfuerzo físico podríamos denominarlo esfuerzo mental por indecisión.
Cuando comemos o bebemos el cerebro nos transmite la recompensa del placer de la saciedad, cuando hacemos actividad física la recompensa es de satisfacción y confianza, cuando procreamos el placer sexual y con el contacto se produce el placer de sentirnos queridos, nos sentimos importantes como seres humanos.
La mayoría de estas necesidades están aseguradas sin esfuerzo en la actualidad, en mayor o menor calidad, pero al fin y al cabo, cubiertas. En ocasiones las personas que no se sienten amadas o realizadas buscan continuamente la recompensa del placer en cualquier ámbito, por comer, por beber, por el sexo, el juego,… Podríamos decir que se vuelven adictos a la obtención del placer, aunque no sea natural, crean un vínculo en una acción determinada creando nuevas recompensas llamadas «artificiales». Los efectos secundarios de esta adicción podría ser el alcoholismo, la obesidad, la adicción al sexo, al juego, a las drogas…
El placer está mediado por el cerebro, cuando conseguimos saciarnos, el cerebro segrega una cascada brutal de hormonas para conseguir ese efecto de satisfacción o placer. En pocas palabras, nos enganchamos a esta recompensa de sensación de placer-saciedad.
Cuando eres consciente de que estas recompensas artificiales por comer te están engordando, te sientes mal mientras comes productos procesados, porque sabes que no debes, no has conseguido resistirte y no puedes parar.
Para parar esto bucle es necesario recuperar más recompensas naturales, así menos recompensas artificiales te pedirá el organismo. Una de las recompensas más efectivas para cuidar tu cuerpo, mente y emoción es la realización de actividad física. El esfuerzo que conlleva, el realizarlo al aire libre o en buena compañía hará que segregues una cascada brutal de hormonas del placer. En el tema de la comida, una buena práctica es establecer unas comidas principales eliminando el picoteo o realizar ayunos intermitentes (12 horas durante la noche sin comer).
Activa un estilo de vida saludable y sé consciente de qué recompensas artificiales aplicas en tu vida y equilíbralas con las naturales. Cuida tu salud.